martes, 5 de marzo de 2013

De brujas y princesas


No voy a mentir diciendo que siempre me gustó la mala del cuento. Cuando era niñan los malos eran malos, sin más. Yo quería ser Blancanieves, Cenicienta como muchas otras niñas.

Crecí y dejaron de gustarme los malos absolutos. No tenían lógica porque en el mundo real no hay malos de verdad. Hay egoistas, mentirosos, gente asustada o gente con problemas. Una vez me di cuenta de esto empezaron a gustarme los cuentos que contaban la historia de la "bruja" del cuento. Me gustaba saber por qué había comportado así o si realmente era todo una invención de la "princesa", que en realidad había sido un poco bicho y había querido escurrir el bulto de sus pequeñas travesuras.

Fue así como llegué a conocer este libro "Memorias de una bruja mala". Es la historia de la bruja del Oz. El libro narra sus aventuras (como todavía no está terminado no sé como llega a convertirse en quién es) desde que nace, en el colegio y sus relaciones. La historia de una chica despierta que entra en la universidad y allí puede ver más de cerca como su país se va convirtiendo en una dictadura a manos del Mago de Oz.

Todavía no lo he terminado así que no sé si realmente son las memorias de una bruja mala o de una revolucionaria, pero me encanta lo que voy leyendo. 

sábado, 6 de octubre de 2012

Muy a menudo mientras estoy actuando me pregunto qué demonios estoy haciendo. Actúo de una determinada manera pero con la sensación de angustia típica que te está diciendo: ¡Nena! ¡Te estás metiendo en un pantano del que luego te costará salir!

La sensación no para después de hacerlo. Sigo dándole vueltas a lo que pasó (o no pasó) ayer con Ratoncito. Solo fue una conversación pero de esas que traerán consecuencias casi seguro.

Al menos para mi, que seguro acabaré llorando sin que él lo sepa.

domingo, 16 de septiembre de 2012

Es triste cuando te quedas fuera de la vida de los que más te importan. Y cuando vuelves a formar parte de sus vidas es porque han perdido algo y necesitan que les llenes un tiempo.
Después vuelven a desaparecer y tu te quedas sola otra vez.
Sin un anclaje, sin toda esa gente que le daba sentido es fácil desaparecer. Vas sintiéndote más pequeña y débil, no sabes quien eres, no puedes confiar en nadie y pierdes las ganas de hacer cualquier cosa.
Tampoco te gusta la gente nueva porque sabes que te abandonarán así que no creas nuevas anclas que te den fuerzas para seguir.

En fin, un rollo.

sábado, 18 de agosto de 2012

Historias de Teldrasil


Raras son las veces que mis sueños tienen coherencia. Suelen ser historias extrañas que mezclan cosas de mi vida con otras historias de lo más disparatadas, pero hay veces en los que quitando algunos detalles sueño con historias casi completas que no son del todo una locura.

Esta noche ha sido así. Después de jugar al WoW media hora antes de irme a la cama he soñado con mi personaje. Me he despertado alguna vez y he conseguido seguir soñando la misma historia. Aquí va el sueño. 

No me gustan las ciudades humanas. Son sucias, ruidosas y huelen mal. Además...no se si por mi condición de elfa o por ser druida noto lo que los humanos le hacen a la tierra. Son incapaces de vivir en ella en armonía. Noto el sufrimiento de la tierra horadada para extraer de ella las piedras que han usado para hacer el camino que piso y el dolor de los árboles talados. 

Estoy aquí por mi compañera, una chamán Draenei s que vino a nuestra tierra a ayudar a los druidas. Sus misiones la han traido a estas tierras y he venido a ayudarla en lo que necesite. Precisamente hoy estamos en la ciudad sin hacer nada así que he decidido salir a buscar algunas plantas. Con ellas haré pociones y las venderé por aqui. No me dan mucho dinero pero tampoco me importa, mejoro mis habilidades y además ayudo a la gente. Cuando vuelvo a la ciudad me encuentro con un grupo de humanos. Me llaman enseguida la atención porque pese al calor van cubiertos con capas y capuchas, todas ellas grises. Uno de ellos, un humano de piel oscura que me resulta extrañamente atractivo, me pregunta por una dirección. Les guío hasta el sitio y me despido de ellos.

No ha pasado mucho tiempo cuando comienza el ataque a la ciudad. Corro a reunirme con mi compañera, la cojo de la mano y tiro de ella hacia el castillo. Detrás de nosotras un hombre grita: ¡Esto es la guerra, si os rendís y nos dejais coger lo que queremos no habrá víctimas!. La gente sigue corriendo espantada en todas las direcciones. La guardia humana de la ciudad, que en estos momentos es escasa sale a defender el castillo. Con solo un vistazo hacia atrás me doy cuenta de que están ampliamente superados en número. Me sorprende ver que los atacantes son mayoritariamente humanos, aunque hay algún no-muerto. 

Subimos las escaleras del castillo hasta la última planta y nos escondemos en la biblioteca. Al principio es un buen escondite, no hay nadie más y podemos ocultarnos tras una pila de libros caidos. Sin embargo más gente ha tenido la misma idea. Pronto un grupo de ancianos y niños se une a nosotras haciendo ruido por más que les pedimos que guarden silencio. 

Los atacantes abren la puerta de la biblioteca. Nos miran a los que estamos allí reunidos, los únicos que pueden mostrar algo de resistencia somos mi compañera y yo. En vez de atacarnos nos miran y nos dicen: - Solo queremos unos libros, quedaros quietas y nadie saldrá herido. Acto seguido los dos que iban más armados se  van y dejan allí a unos muchachos humanos que van recogiendo los libros. Salgo de mi parálisis y me lanzo hacia uno de ellos, no pretendo matarle, solo le arrebato los libros que tiene en las manos y los aprieto contra mi pecho. Cuando se está dirigiendo hacia mi suena un cuerno y salen corriendo. 

Han llegado más defensores y ahora los atacantes luchan para escapar. Protegen a los chicos que llevan los libros. Nosotros seguimos arriba, recuperándonos del susto cuando un muchacho entra en la biblioteca. Lleva la misma ropa que los atacantes, mira a todos los presentes, me coje los libros que tenía en la mano y sale corriendo hacia el balcón. Le persigo y no me cuesta darle alcance. Es un crio, debe tener unos 17 años, rubio con la piel muy blanca. Me mira horrorizado, está atrapado. Ha atado una cuerda para bajar por el balcón hasta la calle pero tiembla tanto que temo que se caerá. Vuelvo a quitarle los libros que tiene en la mano. Mi compañera aparece por detrás y el chico hace un gesto para ir a coger la cuerda. Le agarro de las manos que le tiemblan violentamente -Espera ¿vale? No te haremos daño, si bajas ahora que estás temblando te caerás. A luchado al principio por soltarse de mis manos pero según me va escuchando se calma, deja de temblar un poco y me devuelve el apretón. 

Me mira a los ojos y me dice - Ven conmigo, te explicaré, salta-. Escucho a mi compañera decir que no lo haga, que me echarán de la ciudad. Por detrás la guardia está entrando. No me lo pienso, subo a la barandilla y me dejo caer. Me quedo un momento en el suelo, aturdida por el golpe. El muchacho se ha deslizado por la cuerda y me mira un momento para que le siga antes de salir corriendo.

Me transformo en pantera para poder alcanzarlo y nos reunimos fuera de la ciudad. Me mira un poco asustado todavía y se tumba en el suelo. Empieza a contarme su historia, sus piernas empezaron a fallar, como si se estuvieran muriendo. Pronto aparecieron en la granja de sus padres unos hombres de la secta que nos había atacado. Si se unía a ellos salvaría las piernas. Él aceptó y acabó metido en esto, cosa que no le gustaba demasiado. 

Le pedí que me enseñara sus piernas. Efectivamente estaban más oscuras que el resto del cuerpo, un poco azuladas. Parecían piernas de no-muerto. Me transformo en elfa otra vez y me pongo de pie. - Déjame intentar curarte-. Invoco el poder de la tierra para que devuelva la vida a sus piernas muertas....

jueves, 9 de agosto de 2012

scriuire.tumblr.com/post/29081382325/10-08-2012
"Con el amor pasa lo mismo con casi todo, que la realidad orbita en torno al échale huevos."

Y justo hoy llevo todo el día pensando en la falta de huevos que tienen muchas personas a mi alrededor. No asumen riesgos, no juegan, se quedan ahí paralizados a ver que llega. Y claro, no llega nada.
 
Estos no son los peores, hay otros que van entrando en vidas en las que no han sido invitados. Claro, una vez dentro la gente se acostumbra a su presencia. Pero no le echan huevos. Se asustan, se van y dejan a la persona ahí, intentando volver a dejar las cosas como estaban antes. 

miércoles, 11 de julio de 2012

Murakami

Hoy que todo se rompe me quedo con Murakami para pasar la noche.

Se rompe con aplausos ante un discurso en el que se decía como iba a empeorar la vida de todos los españoles. También con una manifestación de la que no he querido ver imágenes porque ya me duele pensar que hay ciudadanos policías agrediendo a otros ciudadanos que están luchando por el pan de sus hijos. Es como una mini-guerra civil, de hermano contra hermano que romperá muchas cosas. Entre ellas la imagen de la policía que no será vista como guardian de la ley por muchos sino como defensora de los poderosos.
Hoy quiero llorar, debe ser que soy patriota y algo me importa mi país.

Vuelvo a Barcelona. Es un asco porque odio la ciudad (pobre, no me ha hecho nada, es bonita) y estoy muy incómoda allí. No consigo estar bien un solo día, la humedad me destroza, algo en el aire me hace estar más enferma y me paso la vida melancólica y triste. Es más, ultimamente pienso mucho en morir allí, terminar con todo aunque suene dramático porque no aguanto con todo esto.
Hoy se rompen muchas cosas porque cuando me vaya quiero despedirme, por si realmente no vuelvo pero no consigo que algunas personas se tomen en serio la despedida (y claro, no les puedo decir: eh, que planeo suicidarme, deberíamos quedar y vernos porque no os voy a ver más).

 Así que he pasado el día con ganas de llorar, recordando las primeras páginas del libro de Murakami que estoy leyendo. Describe a una chica escuchando música en un coche insonorizado, una pieza de música clásica. No me cuesta imaginarme alli.

jueves, 3 de mayo de 2012

Maestro

Me enseñaste que debía ser fuerte.
Me enseñaste a no mostrar mi debilidad.
Me enseñaste a ser el soporte de los demás.
A no enfadarme por nada, a poner buena cara ante la adversidad, a disculpar hasta el infinito a los amigos.

Y eres bueno en ello. Puedo estar hirviendo de rabia por dentro y sonreir muy amablemente.
Eso si, si con esto esperabas que fuera feliz estabas muy equivocado. Ha llegado el punto que por no discutir dejo de hacer las cosas que quiero, o de quererlas y al final no se qué queda de mi.
Un caos has conseguido